domingo, 29 de mayo de 2011

Pensamiento Médico

Cuando las necesidades para garantizar la sobrevivencia  son grandes, cualquier persona (incluyendo a los  Médicos)  no tienen el interés en desarrollar  el pensamiento  [promover una transformación en su interior, es decir reorganizar intrínsecamente su capacidad de pensar y vivir emociones).
El siguiente episodio es un ejemplo interesante que nos permite comprender la causa de la situación actual de la Medicina en México:
Will Durant, autor del famoso libro Historia de la filosofía, busca justificar las razones por las cuales Europa produjo cualitativamente más pensadores en la literatura y en la filosofía que los Estados Unidos.  El comenta que ***Inglaterra necesito de 800 años desde su fundación hasta Shakespeare y Francia también necesitó de 800 años para llegar a Montaigne,  mientras que nosotros (Estados Unidos) tuvimos que gastar nuestras energías abriendo campo en nuestras grandes florestas y extrayendo la riqueza de nuestro suelo; no hemos tenido tiempo de producir una literatura nacional y una filosofía madura***.
El argumento de Durant tiene un fundamento muy sólido e indiscutible, concluyendo lo siguiente:
Las necesidades materiales básicas que garantizan la supervivencia (como la vivienda digna, salud y alimentación), usualmente prevalecen sobre las necesidades psicológicas.
 Cuando las necesidades básicas son atendidas podemos liberar el pensamiento  y expandirlo para expresar el arte.
Difícilmente el Médico tendrá oportunidad de mejorar su arte (la medicina es un arte), mientras este sometido a jornadas laborales inhumanas, salarios injustos, falta de oportunidad laboral, falta de apoyo social y legal, falta de valores por parte de los pacientes, etc..
                                                                                                      Dr. J. Rodolfo Guerrero Castro

Hipócrates  400 años a. de c.
Estableceré el régimen de los enfermos de la manera que les sea más provechoso, según mis facultades y mi entender, evitando todo mal y toda injusticia.

domingo, 22 de mayo de 2011

ALGUNOS PROBLEMAS DE LA ENSEÑANZA DE LA MEDICINA EN MEXICO

RAFAEL VELASCO FERNANDEZ(*)
(*) Subsecretario de Educación Superior e Investigación Científica, Secretaría de Educación Pública.


Las instituciones de educación superior son responsables de la formación de buena parte del personal que interviene en el sector salud. Analizar lo que está ocurriendo en esta área de la enseñanza y con base en un diagnóstico confiable proponer los cambios necesarios, es algo que rebasa las posibilidades de una presentación de sólo unos minutos como ésta.

He optado por intentar una exposición apenas esquemática del perfil de los recursos humanos, para después proponer tres o cuatro puntos que deben considerarse en una discusión acerca del tema y terminar con una reflexión sobre ciertos cambios curriculares de la carrera de medicina que se están poniendo en práctica y que, en mi opinión, representan un serio obstáculo académico para la adecuada formación de los médicos.

Es muy común hablar de la penuria, en los países en desarrollo, de personal calificado para los servicios de salud. Se dice que sin éste, ninguna resolución de cualquier problema, por bien concebida que esté, tiene posibilidades de éxito. De la idea francamente insostenible de que la atención a la salud sólo incumbe al médico auxiliado en cierta medida por personal de apoyo, se pasó al convencimiento de que la eficacia de un servicio de salud depende más bien de una amplia variedad de formas complejas de acción, en las que deben intervenir muchos otros profesionales.

De hecho, las tareas involucran a todos los ciudadanos, no sólo a los-hombres-y-mujeres-"de-bata-blanca".

Basados en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, hay actualmente en el mundo en desarrollo cientos de miles de personas que, tras un breve curso de formación, pueden atender algunas necesidades de salud de la población local. Entre los servicios más importantes que proporcionan a la colectividad están la protección de las madres gestantes, la asistencia durante el parto y la divulgación de conocimientos elementales sobre el cuidado de los hijos y la planificación de la familia.

En términos óptimos, el perfil de los recursos humanos debería corresponder al perfil de las necesidades de salud del país con sus variantes regionales. Los factores que obstaculizan esta deseable coincidencia tienen su origen tanto en el propio sistema de salud como en el entorno social. En el caso de México, sin el ánimo de ser catastrofistas, señalemos que hasta el inicio del actual régimen faltó una clara política sanitaria nacional que involucrara a todos los servicios de salud; aún hoy sufrimos la deficiente vinculación del sector con otros elementos del desarrollo nacional y la inadecuada formación del personal.

Dentro de este último tema, debe destacarse por su gravedad el problema de la sobrepoblación de estudiantes de la carrera de medicina.  La afirmación de que hay un excesivo número de estudiantes en la carrera encuentra sustento en dos hechos: el primero es la ruptura del equilibrio deseable entre los recursos que son necesarios para la adecuada preparación de profesionales de la medicina y el número de estudiantes de esa carrera. Cabe advertir aquí que al referirnos a los recursos necesarios para la enseñanza de la medicina debe tenerse presente no sólo a los profesores, los laboratorios, las bibliotecas, la comunidad misma, etc., sino a lo que es insustituible e indispensable: las oportunidades de aprendizaje frente al paciente, en la consulta externa o en la cama del hospital.

Tales oportunidades constituyen precisamente el recurso que irremediablemente se diluye por los incrementos tan notables de la matrícula. Los hospitales generales y los servicios de consulta de primer contacto están saturados de estudiantes. A cada cama útil para la enseñanza acude un número impreciso pero siempre excesivo de estudiantes de pregrado, además de los de posgrado y los de otras carreras del sector. Los problemas y deficiencias que se derivan de esta saturación son bien conocidos.

El segundo hecho en que se sustenta la afirmación de que la carrera de medicina en México está sobrepoblada, consiste en la imposibilidad de que una gran proporción de egresados de esa carrera se incorporen al sistema oficial encargado de ofrecer servicios de salud a la comunidad. Al respecto, algunos afirman que el problema no está dado por el número de egresados. Lo constituye, dicen, el tamaño y lo imperfecto del sistema nacional de salud. Esto puede revisarse desde luego, pero en la formación de los recursos humanos para la salud se deben cumplir muchos requisitos, entre otros el de la oportunidad: el egreso de los nuevos profesionales debe coincidir con el momento en que se les necesita; por tratarse de seres humanos, los excedentes no pueden almacenarse para ocuparlos cuando sea posible. Otros, además de referirse a la deficiencia y la poca cobertura del sistema, se resisten a regular el egreso de médicos destacando la gran necesidad que tienen millones de mexicanos de atender su salud. A estas personas cabe recordarles que los problemas de salud no se resuelven sólo con médicos, como lo han demostrado ya varios países de diferente sistema político. Precediendo y acompañando las acciones del médico deben intervenir otros miembros del equipo de salud que actualmente hacen falta en el sistema mexicano.

Pondérense además los siguientes datos: 1) en el año de 1984 había 74,701 alumnos de la carrera de medicina en todo el país, pese a un esfuerzo parcialmente exitoso de las universidades que llevó a reducir la matrícula de primer año de más de 20,000 en 1978, a 13,000 en 1984; 2) existen 59 escuelas de medicina, poco más de la mitad de ellas fundadas en los últimos 10 años; 3) no ha habido una política nacional que regule la creación de escuelas ni la admisión de alumnos al primer año; 4) el sistema de salud está incapacitado para absorber a los egresados de medicina: la captación posible, incluyendo a la medicina institucional privada, es aproximadamente de cuatro mil médicos por año, en tanto que en 1983 egresaron de las escuelas y facultades 11,540 médicos.

Respecto a la idea tan generalizada de que existe sólo un tipo de médico adecuado para enfrentar nuestros problemas de salud, debemos señalar que esta concepción proviene de una posición ideológica, más que del conocimiento de nuestra realidad. Siempre que evitemos ese error, llegaremos a conclusiones más humildes pero sin duda más útiles. Para el ejercicio de una medicina moderna se necesita no uno, sino varios modelos de enseñanza médica. Cada uno de ellos proporcionará los conocimientos y las técnicas que son necesarios para una tarea particular o para una serie de tareas. No ignoro que hay quienes proponen la preparación de un solo tipo de profesional de la medicina que en la práctica resulta ser mitad sociólogo y mitad sanitarista, quien resolverá los problemas de salud del país sin contaminarse del biologismo y el anacrónico somaticismo de una medicina obsoleta.

Pero parece más prudente prestar atención a lo que se nos dice en un conocido reporte de la Organización Mundial de la Salud: "nos aguarda una nueva era de la medicina que requiere sus propios modelos... no habrá muchos niveles sino muchos tipos de personal médico y sanitario, que poseerán títulos de diversas clases". En todo caso, lo que necesitamos en nuestro país es una variedad de trabajadores de la salud, capaces de coadyuvar en la prestación integral de los servicios con la participación activa de la comunidad. Para ello es indispensable que se coordinen el sector de la salud con las instituciones educativas.

Esta anhelada coordinación a la que hago referencia se ha propiciado ya con los trabajos que realizan las dos comisiones interinstitucionales, en las que las universidades están representadas por los rectores que integran el Consejo Nacional de la ANUIES. Dado el interés específico de esta presentación, destaco solamente los siguientes objetivos:

1) Propiciar que la formación de recursos humanos se oriente por las políticas del Sistema Nacional de Salud y la Coordinación Nacional para la Planeación de la Educación Superior (CON PES); 2) coadyuvar a la definición de los perfiles de los profesionales de la salud en su etapa de formación, congruentes con los objetivos del Programa Nacional de Salud, y 3) promover la colaboración entre las instituciones de salud y las educativas para la realización de programas conjuntos de investigación.

Si estas metas se consiguen, querrá decir que se habrán alcanzado seguramente otros objetivos tan importantes como los de definir los tipos y las cantidades de los recursos humanos que el sistema necesita, superar los tradicionales problemas que afectan el proceso de formación de profesionales y estimular el desarrollo de nuevas fórmulas de relación entre los sistemas de salud y educación, que garanticen la calidad de los egresados.

Desde mi perspectiva, creo que en el seno de estas comisiones interinstitucionales se están definiendo políticas y estrategias de la mayor importancia. Sólo con la intención de contribuir con un punto de vista (por supuesto discutible), que es producto de la experiencia de muchos años de ejercer la docencia y como universitario en niveles de dirección, opino lo siguiente:

1. No se justifica establecer para las carreras de medicina y odontología, y en general para ninguna del área de la salud, programas destinados a formar un solo tipo de profesional. Estudios serios respaldarán los cambios necesarios para establecer diferentes modelos que respondan a distintas necesidades. Sin embargo, de acuerdo con los objetivos del Programa Nacional de Salud, la preferencia deberá ser la formación del médico familiar, porque es el protagonista más activo de la atención primaria a la salud. En este sentido, considero que el plan A-36, con los cambios que recomienda su reciente evaluación, puede ser un buen instrumento, sobre todo si se le incorporan las experiencias de la UNAM, las universidades autónomas de Nuevo León, San Luis Potosí y otras.

2. Las universidades, coordinadas con el sector salud, seguirán formando el personal de nivel superior, es decir, de licenciatura y posgrado. Los niveles llamados técnicos y los que corresponden a una educación media y media superior de carácter terminal, no son el campo natural de las instituciones de educación superior. Además, su formación está muy ligada a la actividad asistencial y es más lógico que ocurra precisamente en las instituciones de salud.

3. Es indispensable establecer mejores procedimientos para la aceptación de los alumnos de primer ingreso a la carrera de medicina, siempre en función de la capacidad que las instituciones de salud tienen para atender la enseñanza en los ciclos clínicos. La apertura de escuelas y facultades deberá estar igualmente condicionada por este requisito que, finalmente, habrá de establecerse entre las universidades y el sistema de salud.

4. Los programas de estudio de la carrera de medicina deben ser revisados responsable y detenidamente. Pero se tendrá especial cuidado en no permitir que so pretexto de la necesidad de un mayor conocimiento de los aspectos sociales de la enfermedad, se formen médicos incapaces de cumplir sus tareas tradicionales.

Sobre este último punto, permítanme transmitirles una reflexión. Es lícito decir que el papel del médico ha estado siempre bien definido. Lo estuvo desde el nacimiento de la medicina hipocrática, cuando no sólo quedó plasmada para siempre la ética de nuestra profesión, sino, además, apareció la observación clínica con sus primeros balbuceos en el ejercicio de la inferencia científica.(*) A partir de entonces (hace 24 siglos) se aceptó, sin que nadie lo pusiera en duda, el deber esencial del médico: "cuidar con devoción al hombre enfermo para devolverle la salud o, cuando menos, para mitigarle el sufrimiento". Este verdadero mandato ético ha resistido el paso de los tiempos. Pero el deber del médico no se agota ahí; el propio avance de la medicina, y no tanto el reclamo de la sociología, ha dado un nuevo significado a esa "cuestión radicalmente social" que es la enfermedad y, por ende, a la función del médico en la comunidad. Sabemos que la acción del medio entendido como el habitat natural del hombre que comprende tanto lo físico como lo psico-social, condiciona las reacciones humanas siempre en interacción con los factores hereditarios y constitucionales. Así pues, tratar de corregir el medio insalubre u hostil es la forma que el médico tiene para cumplir con un deber eminentemente social, porque aparte de la ayuda al enfermo, se busca la protección de la comunidad. Para que el médico pueda actuar en tal sentido, los programas de estudio incluyen lo necesario y esto no ha variado substancialmente desde hace mucho tiempo. Lo menciono porque en ciertos círculos académicos se hace hincapié en la necesidad de introducir un mayor número de materias de contenido social, filosófico y político, que atiendan básicamente los aspectos relacionados con la comunidad y sus problemas de salud. Pero creo que alguien debe advertir, aun remando contra la corriente, que los "cambios curriculares" que algunos desean no van a favorecer la formación de un "buen médico" en el sentido en el que lo entendemos. Quisiéramos que se reivindicara la función social del médico preservando la orientación de la enseñanza hacia la medicina general o familiar, porque nuestra disciplina, concebida integralmente, no puede sustentarse sólo en las especialidades. Pero entiendo que ese buen médico general, buen médico a secas, tiene que formarse en las instituciones de todos los niveles de atención cualquiera que sea su nombre y cuyo desideratum es una filosofía docente-asistencial. Esta es una verdad que apenas si necesita ser defendida, pero el hecho real es que hay quienes sostienen puntos de vista contrarios.

(*) Así lo expresó el maestro Ignacio Chávez en una conferencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en julio de 1975 (puede consultarse en Humanismo Médico, Educación y Cultura editado por el Colegio Nacional, Tomo 1, 1978).

El aprendizaje puramente empírico en la comunidad es un mito que debemos combatir. Llevar al alumno a las áreas marginadas en las que no existen centros de contacto primario y creer que bastarán ciertas prácticas de tipo preventivo y los planteamientos teóricos sobre la forma en que la medicina "debe contribuir al cambio social", es caer en un espontaneísmo verdaderamente paralizador, contrario a la filosofía del aprender y enseñar-haciendo. Señalamos, pues, el peligro de aceptar sin reflexión suficiente los programas de estudio que como novedad se están proponiendo y, en algunos casos, llevando a cabo. No existe, como se pretende, oposición verdadera entre prevenir y curar, ni tampoco entre el acto singular del médico ante su enfermo ("una conciencia frente a una confianza", se ha dicho) y la práctica de la medicina comunitaria.

Hoy día es inseparable la acción de prevenir las enfermedades, de la de promover la salud; igualmente es indistinguible el acto curativo del rehabilitatorio, en sentido estricto.(1) Cierto: la atención médica ha dejado de estar a cargo exclusivamente de profesionales organizados en unidades simples de producción y orientados hacia el individuo, para convertirse en actividades realizadas por personal diversificado, llevadas a cabo en unidades complejas, orientadas hacia la comunidad y bajo el liderazgo gubernamental. Esta forma dominante de producción de bienes y servicios de salud requiere de recursos humanos que tengan una concepción integral del hombre y de los problemas de salud a nivel individual, familiar y de la comunidad. Pero decir esto es una cosa; otra muy distinta es proponer cambios en los programas de estudios que sólo producirán "médicos" que difícilmente merecerán este título. En todo caso lo que había faltado es planeación, una planeación que hoy es participativa, concertada entre las universidades que son autónomas por ley y los sectores de salud y educación del Estado mexicano. El marco normativo lo da con claridad la ley de planeación y la acción se funda en la voluntad política de llevarla a cabo.

(1) Recientemente lo dijo, en términos parecidos, el Dr. José Laguna, al inaugurar el VI Congreso Nacional de Médicos Residentes del ISSSTE.

Los próximos meses, cuando se tomen acuerdos trascendentes en el seno de las comisiones interinstitucionales, serán cruciales para la enseñanza de la medicina en México. Seguramente las universidades darán buena contestación a la expectativa que recientemente expresó el doctor Guillermo Soberón con estas palabras: "Frente a la firme determinación del gobierno de la República en los últimos dos años en materia de salud, se hace necesaria una respuesta de la misma magnitud por parte de las instituciones de educación superior."

viernes, 13 de mayo de 2011

Detrás del médico debe estar el ser humano

Detrás del médico debe estar el ser humano, comentó Rigoberta Menchú Túm, Premio Nobel de la Paz 1992
La salud debe ser integral, material y espiritual, por lo que detrás del médico debe estar el ser humano, comentó Rigoberta Menchú Túm, Premio Nobel de la Paz 1992, durante su conferencia magistral “La salud como un derecho fundamental”, en el marco del XII Congreso Internacional Avances en Medicina Hospitales Civiles de Guadalajara, ante un auditorio de más de mil 500 personas. 

Rigoberta Menchú habló sobre la falta de espiritualidad, -vista no desde la religión sino como una forma de vida,- en un mundo de decadencia humana. “Estamos en una sociedad cada vez más solitaria, individualista, materialista, y capitalista… ¿Qué es Salud para nosotros? Yo no soy doctor de la medicina alópata pero si tengo una conexión verdaderamente especial con las energías cósmicas y las técnicas de salud mental, espiritual, personal, de sentirse bien con mis ancestros mayas y especialmente manejando el sagrado calendario maya, mi manual, mi guía”, expresó.


Menchú Túm agregó que la humanidad es vista como un producto, dijo que “hay una desvalorización del ser humano porque el ser humano hoy es un producto, un objeto comercial y un objeto perverso de la política. Hay una crisis espiritual porque vemos al ser humano como un pedazo de ser humano”.
 

A su país, Guatemala, como al resto de la humanidad, los visualiza como naciones atacadas por crisis, mafias corporativas y violencia. “Un entorno social violento; la salud familiar no es óptima en este tiempo. Hay mucha controversia, dolor y sufrimiento. En este sentido son pérdidas de valores”.
 


La indígena Guatemalteca y defensora de los derechos humanos se catalogó como “una sobreviviente de genocidios, de matanzas, de guerras y controversias”, después de que sus padres y hermanos murieron en situaciones de violencia extrema, al ser asesinados y torturados, ella reconoció su fortuna al ser Premio Nobel.


Durante una rueda de prensa posterior a la conferencia comentó que las comunidades indígenas, principalmente en Guatemala, no reciben un trato digno en cuestión de salud. Como prueba, señaló, el 60 por ciento de los niños guatemaltecos nacen en casa ayudados por una comadrona.

Sobre el papel de la mujer actual, reconoció que están ausentes en los papeles de tomas de decisiones, por lo que es necesario que “arrebaten su lugar”. Menchú Túm añadió que más que creer en la equidad de género, cree en la complementariedad.
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Rigoberta Menchú Túm nació en Uspatán, Guatemala, el 9 de enero de 1959. Entre los reconocimientos que ha recibido destacan el Premio de la UNESCO “Educación para la paz” en 1990, la condecoración “Legión de Honor en el Máximo Grado de Comandante”, y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en 1998. Como escritora, entre sus principales obras destacan Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia”, la cual ha sido traducida a más de 12 idiomas, y La nieta de los mayas, en 1998.
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La invitada especial al Congreso Médico finalizó su conferencia señalando que “nos toca ser constructores de nuevos paradigmas; encontrar nuevas formas de cómo coexistir los seres humanos, nuevas técnicas y energías para poder vivir y no sobrevivir… “soy un ADN de millones de años de los Mayas”.
                              
                               Guadalajara, Jal. 02 de marzo de 2010

miércoles, 11 de mayo de 2011

La relación Médico Paciente (RMP)

 
Las relaciones interpersonales pueden ser de distintos tipos, algunas de carácter superficial y otras de mayor complejidad, como la que tiene lugar entre el médico y su paciente, en la cual el médico en su condición de profesional debe estar dispuesto a brindar su ayuda en forma humanitaria y sensible,1 pilar sobre el que descansa el nivel de satisfacción de la atención médica.2 Esta relación ha existido desde los albores de la historia y ha ido variando de acuerdo con los cambios que ha experimentado a través de los tiempos la conciencia entre los hombres, desde la mentalidad mágica dominante en las sociedades primitivas hasta la mentalidad técnica que prevalece en los tiempos actuales.3
Las características del médico en esta interrelación las resumió Hipócrates hace más de 2000 años cuando consideró que el médico debía reunir cuatro cualidades fundamentales: conocimientos, sabiduría, humanidad y probidad.
Estas condiciones quedan bien reflejadas en los tres parámetros establecidos por Pedro Lain Entralgo: 4
  1. Saber ponerse en el lugar del otro.
  2. Sentir como el o ella.
  3. Disponerse a ayudarle cuando enfrenta dificultades.
De acuerdo con esta introducción se puede definir la relación médico-paciente (RMP) como una relación interpersonal con connotaciones éticas, filosóficas y sociológicas de tipo profesional que sirve de base a la gestión de salud.1
Difícilmente esta relación humanitaria puede estar presente si el médico no establece con el enfermo una relación temporal, psicológica, manual, profunda, solidaria y profesional. Jamás pudiera ser una relación interpersonal a través de aparatos, porque tiene que desarrollarse en un contexto humano.5
La RMP pueden ser clasificada de diferentes formas pero la más utilizada por su sentido práctico es aquella que establece tres formas distintas.6,7
  1. Relación activo-pasiva.
  2. Relación de cooperación guiada.
  3. Relación de participación mutua.
La relación activo-pasiva es aquella que se establece con enfermos en estado de coma, o que se encuentran en una situación que no les permite establecer una relación más participativa, como es el caso del paciente con un edema agudo del pulmón.
La relación cooperativa guiada es la que se establece con pacientes que están en condiciones de cooperar en su diagnóstico y tratamiento, como ocurre en algunas enfermedades agudas (neumonía, por ejemplo) y crónicas como la hipertensión arterial.
La relación de participación mutua, no sólo contempla el cumplimiento del tratamiento, sino el control en discusión frontal de situaciones y actitudes relacionadas con la causa y evolución de la enfermedad.
Aspectos relevantes de la relación médico paciente
El médico debe estar consciente que su relación profesional interpersonal con el paciente debe estar caracterizada por:1
  • El respeto que inspira su investidura técnica en una profesión de alto contenido social.
  • La expectativa por parte de la población de que manifieste un comportamiento adecuado a su alta responsabilidad.
  • Su condición de piedra angular en la prestación de un servicio de gran significación humana como es promover o restablecer la salud.
  • Demandar una constante disposición a la relación de ayuda sin aspiración de reciprocidad.
  • Requerir del facultativo el planeamiento cuidadoso de cada una de sus acciones para evitar errores de grandes potencialidades iatrogénicas.
Resulta de suma importancia en la RMP tener en cuenta las características personales del médico y del paciente. Por parte del médico, es fundamental que conozca su carácter, sus debilidades, su nivel de información, hasta donde puede manejar una situación determinada y cuando debe recurrir a otro colega. Debe tomar en cuenta el gran significado profesional de su prestigio científico y social.8
Otros aspectos a tener en cuenta en esta relación son los objetivos que persigue el paciente, el estado afectivo de ambos y la posición de cada uno. El médico como profesional por lo general es ubicado por el paciente en una posición de superioridad, por lo que el médico debe con su actuación equilibrar esta situación. Otro aspecto fundamental en la RMP lo constituye las vías de comunicación. Esta comunicación puede ser: verbal por medio de la palabra, la extraverbal por medio de gestos, expresiones faciales, el tacto, sobre todo al realizar el examen físico y por último el instrumental utilizado como complemento.
El Dr. Ricardo González propone diferentes etapas en el curso de la entrevista médica, utilizando como modelo el encuentro en la consulta externa que puede ser extrapolada a cualquier otro sitio donde se realice la primera relación médico-paciente, con las variantes que requiere cada sitio (hospital, hogar, entre otros).1 Estas etapas son las siguientes:
  • Recepción. Esta etapa, no utilizada con frecuencia, alcanza una extraordinaria significación, si se tiene en cuenta la angustia e inseguridad con la cual acude el paciente a este primer encuentro.
  • Identificación. La toma de los datos de identidad conducido hábilmente permiten conocer elementos muy útiles sobre la personalidad del paciente y características sociodemográficas.
  • Interrogatorio. Esta es la etapa más importante de la RMP. El interrogatorio constituye uno de los aspectos más difíciles de la historia clínica y el que requiere más tiempo, capacidad y dedicación. Inicialmente el paciente expresará libremente su sintomatología sin interrumpirlo, salvo que se salga del hilo conductor, y siempre hacerlo con suavidad y delicadeza. En una segunda parte ya corresponde al médico precisar las características de cada síntoma y ordenarlos cronológicamente.
En varias investigaciones realizadas por distintos autores donde se exploran las deficiencias cometidas por médicos residentes y estudiantes de medicina se exponen los múltiples errores que se cometen en los distintos aspectos del interrogatorio.9,10
  • Examen físico. Si bien el interrogatorio resulta la etapa que requiere mayor tiempo y dedicación, el examen físico resulta también de suma importancia. Debe tener un orden sistemático, en privacidad, respetar el pudor del enfermo y por supuesto, dedicar el mayor tiempo al aparato u órgano que se sospeche sea él más afectado, sin dejar de examinar el resto de los sistemas.
  • Investigaciones complementarias. Es deber del médico explicar las investigaciones a realizar y en caso de posibles riesgos pedir su consentimiento. Igualmente al comunicar sus resultados debe cuidar de sus manifestaciones verbales y extraverbales que pueden ocasionar iatrogenia.
  • Información final. El ultimo paso, que no por ser el último deja de ser importante, lo constituye la información al final de la consulta en el paciente ambulatorio y la reunión al alta en el caso del ingresado, donde debe explicarse con detalle cual es el diagnóstico, tratamiento y el seguimiento evolutivo.
Tanto la información insuficiente como su exageración pueden ser causa de iatrogenia. Es importante recordar que uno de los objetivos del paciente es saber que tiene y cual es su pronóstico.
Este es un aspecto muy delicado que el médico tiene que manejar con mucho y tacto, teniendo en cuenta el tipo de enfermedad y la personalidad del paciente y hasta donde se puede llegar en la información.
Problemas actuales de la relación médico paciente
En la actualidad la RMP es muy diferente a la que tenía lugar a principios del siglo XX, donde existían profundos vínculos afectivos entre el médico generalista de aquella época y sus pacientes y familiares, lo cual lo convertía en un verdadero líder en la comunidad donde ejercía. Hoy existen varias condiciones diferentes que han repercutido negativamente en esta relación, entre ellas, la política neoliberal imperante en muchos países en que el estado reduce la salud pública, entregándola a consorcios privados que introducen la comercialización en la atención médica.11,12 Esta situación ha convertido al paciente en un “comprador”, en un cliente con exigencias, y a los médicos en verdaderos “vendedores”; de benefactor tradicional se ha convertido prácticamente en un enemigo del paciente y de la familia.13 Esta situación ha afectado profundamente la RMP, incrementando los errores médicos, violando los principios de la ética médica y facilitando la participación de abogados especializados en reclamaciones.
Otra condición que está interfiriendo negativamente sobre la RMP es el desarrollo tecnológico ocurrido en las últimas décadas, que ha distorsionado el ejercicio de la medicina con la falsa idea de que los nuevos recursos diagnósticos y terapéuticos pueden sustituir el método clínico. Todos estos avances técnicos (la biotecnología, la inmunología molecular, la ingeniería genética, la imagenología) son de suma utilidad y de gran ayuda en el diagnóstico y tratamiento, pero nunca son ni serán sustitutos del método científico.14 Esta tecnificación moderna con su endiosamiento, promovida por intereses económicos está distorsionando por completo la RMP en sus aspectos fundamentales, a tal punto que algunos autores plantean que ya no es buena ni mala, sino que simplemente ha dejado de existir.15 T oda esta situación ha ido cambiando la habilidad de diagnosticar por la realización de procedimientos y técnicas no siempre necesarias, creando frustración y encono.11
En el libro del Dr. Miguel A. Moreno5 aparece una escalofriante cita de Castillo del Pino: “Médico es aquel que sabe aplicar las tecnologías. Paciente es al que se le aplican las tecnologías. El médico no ha sido ni es un científico, sino un técnico que sólo se limita a aplicar un conocimiento y que sólo tiene la obligación con los enfermos de ser cortés, pero no humano. Deshumanización justificada, no es más que el precio de la actual eficacia médica. El paciente debe aceptar que lo único que puede pedir es que lo curen, no que lo quieran ya que no son ni deben ser más que funcionarios del sistema productivo, manipuladores calificados de una tecnología sofisticada y altamente eficaz que ni tienen tiempo ni saben descender a la demanda de la humanización, demanda que el Estado ha delegado en otros especialistas, otros funcionarios, trabajadores sociales, psiquiatras, enfermeros, entre otros¨.
En el sistema de salud cubano no existe esta problemática, pero no se puede olvidar que los médicos se nutren de la información científica procedentes de esos países desarrollados y mucha de esta información esta permeada por las características de su sistema social, pudiendo influir negativamente en su actuación. En la práctica médica se han observado deficiencias en la aplicación correcta del método clínico al no dedicar el suficiente tiempo al interrogatorio y al examen físico. Por otra parte, cada vez más se dispone de nuevas técnicas para el diagnostico y existe la tendencia a su utilización en forma injustificada.
Referencias bibliográficas
  1. González Menéndez R. La Psicología en el campo de la salud y la enfermedad. La Habana: Editorial Científico Técnico;2004.
  2. Hojat M, Gonella J, Nasca T, Mansiones Vergare M. Physician Empathy: definition components, measurement and the relationship to gender and specialty. IS J Psychiatry. 2002;159:1563-9.
  3. De Francisco A. Revista Colombiana Cardiología. 1999; 6:263-73.
  4. Lain Entralgo P. La relación médico enfermo. Madrid: Revista de Occidente;1964.
  5. Moreno MA. El arte y la ciencia del diagnostico. Principios seculares y problemas actuales. La Habana : Editorial Científico Técnico;2001.
  6. Borroto Cruz R, Aneiros Riba R. La comunicación humana y la actuación profesional la practica clínica. Bol Ateneo Juan Cesar García. 1996;4:35-55.
  7. Sox HC, Morgan WL, Neufeld VR, Sheldon GF, Tonesk X. Report of the panel of the general professional education of the physicians. Subgroup report on the clinical skills. J Med Educ. 1983;59:139-47.
  8. González Menéndez R. La psicoterapia en nuestro medio: un criterio y algunas experiencias. Rev Hosp Psiq La Habana. 1984;24:167-78.
  9. Beaumier A, Bordoge G, Saucier D, Turgeon J. Nature of the clinical difficulties of first year family medicine residents under direct observations. Can Med Assoc J. 1992;146:489-97.
  10. Moreno Rodriguez MA. Deficiencias en la entrevista médica. Un aspecto del método clínico. Rev Cubana Med. 2000;39:106-14.
  11. Burbinski B, Nasser M. Reflexiones acerca de las relaciones médico-paciente. Arch Argent Pediat. 1990;97(11):43-6.
  12. Muños R, Eist H. People vs. Managed Car. Washington DC: Aliance Care;2000.
  13. Lama A. La relación médico paciente y las escuelas de medicina. Rev Med Chile. 1998;126:1405-6.
  14. Carrera JM. Evolución de la relación médico paciente. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires;2006. Disponible en: http:/www.monografías.com/trabajos16/médico-paciente.shtml.
  15. Césarman E. Ser médico. México DF: Grupo Editorial Porrua;1998.

1 Héctor Rodriguez Silva. Hospital Clínico Quirúrgico “Hnos. Ameijeiras”. Sán Lázaro 701, Centro Habana. La Habana 10200, Cuba.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Síndrome de Hermogenes

Desde hace ya varios años, se viene describiendo un conjunto de síntomas en las personas que trabajan en servicios de ayuda humana, generados por las dificultades de su ocupación, con pérdida progresiva de idealismos, objetivos y energía. Se lo llamó "burn out" síndrome de desgaste o síndrome del fusible quemado. En los últimos años se comenzó a utilizar la denominación de “Síndrome de Tomás” cuando se refiere a todos los trabajadores de esos servicios, o “Enfermedad de Tomás” cuando se refieren sólo a los Médicos.
Su manifestación cardinal es la gran caída de la autoestima; con ausencia de expectativas de mejoría, desánimo y tedio en la labor diaria, creencia de que sólo en otros lugares es posible trabajar con verdaderos fundamentos éticos y científicos.
Al principio se la describía particularmente para el personal de salud que trabajaba en lugares periféricos, expuestos a grandes exigencias y con pocas gratificaciones pecuniarias y de otros reconocimientos.

Actualmente se la comienza a considerar epidémica para todo el personal de salud en Europa y EE.UU, apuntándose como causas a la repercusión de la crisis del sistema de salud, disminución del prestigio social del médico, despersonalización del encuentro médico-paciente y ubicación del Médico como espectador cansado ante el acontecer sanitario que se debate en pugna entre sistemas de financiación que se discuten por fuera de sus posibilidades de intervención.
Hace años ya que se hizo popular la denominada Enfermedad de Tomás, una especie de abulia profesional autocomplaciente que debía su nombre a una supuesta analogía con el personaje central de La insoportable levedad del ser, la novela de Kundera.

En un lúcido artículo Mario Mendoza describe el “Síndrome de Hermógenes”, que refiere como "Cualquier clase de padecimiento del paciente que sea ocasionado por una actitud deshumanizada del Médico o del sistema de salud ante la enfermedad o el sufrimiento humano" .

Estas formas de enfermedad de la profesión tienen a veces su contrapunto en comportamientos del enfermo o vicios del sistema sanitario, que complican más aún la situación. Así, el propio Mario Mendoza describe el “Síndrome de Adriano” (toda actitud prepotente, arrogante o deshumanizada del paciente, sus familiares o sus representantes legales, los responsables de su seguridad social u otros, que pretenda menoscabar injustamente la importancia y la calidad del acto médico realizado por un profesional ético y competente, cualquiera que sea su fin o intención" ), que aunque parece más propio sistemas sanitarios o prácticas profesionales no generalizadas en nuestro medio no deja de tener cierta validez transcultural.


Publio Elio Adriano



Publio Elio Adriano nació en Itálica el año 76, tuvo la dicha de alcanzar el trono imperial a la edad de 41 años, sucediendo a su padre adoptivo, Trajano, como el decimoquinto emperador romano.
Durante su juventud sintió especial interés por el arte médico, disciplina que le hubiera gustado abrazar de no haber sido emperador, para Adriano la psicología de los políticos y de los galenos se encontraban estrechamente emparentadas.
Es difícil saber a qué edad el emperador comenzó a sentirse enfermo, puesto que en sus memorias no aparece ninguna fecha, de lo que no existe ninguna duda es que el primer síntoma que padeció fue la disnea, con motivo de una ascensión nocturna al monte Casio, durante la realización de un sacrificio a los dioses.
Con el paso del tiempo, la disnea irá incrementándose hasta hacerse de mínimos esfuerzos, momento en el cual el emperador tendrá serias dificultades en subir los 3-4 escalones del jardín. En los últimos meses de su vida la disnea llegó a hacerse de reposo, esto motivaría escenas y anécdotas curiosas en la vida de Adriano, como por ejemplo el hecho que de acudiera en litera al Senado y pronunciara sus últimos discursos desde la misma, sin poder levantarse.
Adriano aquejaba mayor disnea en las urbes ubicadas a gran altura, que en aquellas ciudades situadas a nivel del mar, suceso que queda reflejado en varios documentos epistolares del emperador.
A la disnea se añadieron una serie de síntomas, que ahora veremos, los cuales nos permiten realizar un diagnóstico de forma retrospectiva. En varias ocasiones el emperador refiere presentar edemas en los miembros inferiores , siendo éstos más marcados a nivel perimaleolar, en donde la correa de la sandalia imperial le dejaba su impronta. De forma no menos gráfica, el emperador describe su ortopnea, si bien no llega a cuantificarla en ningún momento, simplemente utiliza el término impreciso “algunos almohadones”; sin embargo, no queda ningún resquicio de duda en cuanto a que la ortopnea se incrementó a lo largo de la evolución de su enfermedad, hasta el punto de tener que dormir sentado. Adriano también sufrió episodios de disnea paroxística nocturna, a tenor del insomnio y la disnea nocturna que aquejó durante la última etapa de su vida.
Todos estos datos permitirían diagnosticarle, sin ningún género de dudas, de episodios de insuficiencia cardiaca congestiva, pero, ¿qué opinaban los médicos de Adriano?
El médico personal del emperador fue Hermógenes, galeno que gozó durante toda su vida de la estima y consideración del emperador, hasta el punto que Adriano llegó a afirmar que no podía encontrarse en mejores manos. Sin duda se trata de un alago que ya quisiéramos para nosotros muchos profesionales. Hermógenes diagnóstico a su egregio paciente de “hidropesía cardiaca”, un juicio clínico muy certero.
¿Cómo trató el galeno imperial la hidropesía cardiaca? Hermógenes trató a Adriano con diversas plantas y sales minerales procedentes de Oriente. Desgraciadamente el galeno no disponía del arsenal terapéutico actual para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, a pesar de todo, Adriano llegó a experimentar notables mejorías, que llegaron a sorprender a sus contemporáneos.
¿Cuál fue la etiología de la insuficiencia cardiaca? Los médicos de la época no disponían del cateterismo cardiaco, ni de ergometrías, ni pruebas de medicina nuclear ni siquiera de ecocardiografía básica, razón por la cual no disponemos de datos que nos permitan conocer el estado valvular o la función sistólica cardiaca de Adriano, ni falta que nos hace. La historia clínica, como ahora veremos, nos permiten intuir la existencia de cardiopatía isquémica como proceso nosológico de base, así como episodios de arritmias que favorecerían, presumiblemente, situaciones de insuficiencia cardiaca.
Adriano sufrió varios episodios de dolor torácico, al principio desencadenados con el esfuerzo y finalmente con el reposo. Las descripciones del dolor nos permiten catalogarlo como episodios anginosos, Adriano lo describe como una opresión o como un dolor sordo. No queda constancia de la duración de cada episodio ni de la existencia de irradiación hacia algún lugar anatómico.
Así mismo, Adriano describe varios episodios de taquicardia, autolimitados, probablemente se tratara de fibrilación auricular paroxística, que descompensarán la situación hemodinámica de un corazón patológico, favoreciendo la aparición de insuficiencia cardiaca.
En resumen, Adriano sufrió una cardiopatía que le impidió realizar sus funciones políticas con normalidad y que le atormentó hasta su muerte. El hecho de que no se manifestase con fiebre, abscesos o tumores, llegó a avergonzarle, por considerar que se trataba de un proceso interno. En algunos momentos la enfermedad fue tan acuciante que llegó a generar ideas suicidas. En cierta ocasión Hermógenes tuvo que ausentarse y un joven médico alejandrino, Iollas, ocupó su lugar. El azar quiso que este galeno fuese experto en venenos, especialidad que suscitó el interés del emperador. Adriano llegó a demandar a Iollas una dosis ponzoñosa mortal, para poner fin a su agonía, la solicitud se hizo tan insistente que Iollas prometió darle una dosis de veneno a la mañana siguiente. Pero cuál sería la sorpresa de Adriano cuando, al despuntar el alba, fue encontrado sin vida el cuerpo de Iollas, se había suicidado para no faltar a su juramento Hipocrático. En el supuesto que Iollas hubiera accedido a la petición de Adriano estaríamos ante el primer caso documentado de eutanasia activa.
En las últimas semanas de vida, el desenlace del emperador era evidente, la medicación que administraba Hermógenes no surtía el efecto de antaño, lo cual generó numerosos comentarios desairados del emperador hacia la profesión médica.
Finalmente, Adriano falleció a los 62 años, una edad avanzada para la época.