miércoles, 4 de mayo de 2011

Síndrome de Hermogenes

Desde hace ya varios años, se viene describiendo un conjunto de síntomas en las personas que trabajan en servicios de ayuda humana, generados por las dificultades de su ocupación, con pérdida progresiva de idealismos, objetivos y energía. Se lo llamó "burn out" síndrome de desgaste o síndrome del fusible quemado. En los últimos años se comenzó a utilizar la denominación de “Síndrome de Tomás” cuando se refiere a todos los trabajadores de esos servicios, o “Enfermedad de Tomás” cuando se refieren sólo a los Médicos.
Su manifestación cardinal es la gran caída de la autoestima; con ausencia de expectativas de mejoría, desánimo y tedio en la labor diaria, creencia de que sólo en otros lugares es posible trabajar con verdaderos fundamentos éticos y científicos.
Al principio se la describía particularmente para el personal de salud que trabajaba en lugares periféricos, expuestos a grandes exigencias y con pocas gratificaciones pecuniarias y de otros reconocimientos.

Actualmente se la comienza a considerar epidémica para todo el personal de salud en Europa y EE.UU, apuntándose como causas a la repercusión de la crisis del sistema de salud, disminución del prestigio social del médico, despersonalización del encuentro médico-paciente y ubicación del Médico como espectador cansado ante el acontecer sanitario que se debate en pugna entre sistemas de financiación que se discuten por fuera de sus posibilidades de intervención.
Hace años ya que se hizo popular la denominada Enfermedad de Tomás, una especie de abulia profesional autocomplaciente que debía su nombre a una supuesta analogía con el personaje central de La insoportable levedad del ser, la novela de Kundera.

En un lúcido artículo Mario Mendoza describe el “Síndrome de Hermógenes”, que refiere como "Cualquier clase de padecimiento del paciente que sea ocasionado por una actitud deshumanizada del Médico o del sistema de salud ante la enfermedad o el sufrimiento humano" .

Estas formas de enfermedad de la profesión tienen a veces su contrapunto en comportamientos del enfermo o vicios del sistema sanitario, que complican más aún la situación. Así, el propio Mario Mendoza describe el “Síndrome de Adriano” (toda actitud prepotente, arrogante o deshumanizada del paciente, sus familiares o sus representantes legales, los responsables de su seguridad social u otros, que pretenda menoscabar injustamente la importancia y la calidad del acto médico realizado por un profesional ético y competente, cualquiera que sea su fin o intención" ), que aunque parece más propio sistemas sanitarios o prácticas profesionales no generalizadas en nuestro medio no deja de tener cierta validez transcultural.


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